Cada día es más evidente que vivimos en la sociedad de la disputa, entendida como aquella en la que cualquier ciudadano está siempre presto a exigir sus derechos, pero no siempre dispuesto a cumplir con sus obligaciones.
Ello conduce a un elevado nivel de conflictividad, a situaciones de enfrentamientos en los que las partes implicadas no están dispuestas a ceder ni un milímetro; y todo ello comporta inevitablemente disputas.
Recientemente el Fiscal General del Estado, Eduardo Torres-Dulce, abogaba por sacar del sistema judicial los juicios de faltas, pues se trata de juicios «que afectan a asuntos de poca trascendencia jurídica, aunque tengan trascendencia social», y ello con el fin de dedicar los recursos de la Fiscalía a «tareas verdaderamente sensatas».
Se pretende así reducir la carga de trabajo que comporta para los juzgados de instrucción la tramitación de estos juicios.
Pero esta medida debería ir acompañada de una mayor formación de los ciudadanos en todas aquellas cuestiones relacionadas con la convivencia pacífica.
Por ejemplo, en los partes amistosos de declaración de accidentes de circulación se recogen unos consejos para evitar que un simple golpe entre dos coches se convierta en un enfrentamiento entre personas, llegando incluso a las manos.
También en las Comunidades de Propietarios se debería hacer un llamamiento a la cordura, pues no son pocos los casos de condenas por faltas de lesiones por enfrentamientos entre vecinos.
Por ejemplo, hace poco el Juzgado de lo Penal número 5 de Córdoba ha condenado a un hombre a dos años de prisión y un mes de multa, a razón de tres euros diarios, por dos delitos y una falta de lesiones cometidos al agredir con un bate de béisbol a unos vecinos tras discutir con ellos en la reunión de la comunidad. Hechos lamentables que dicen muy poco a favor de una sociedad pretendidamente civilizada.
Es una labor de todos, que debemos tratar de ser mejores ciudadanos, mejores vecinos, y en definitiva, mejores personas.