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Tiene la formación exigida y necesaria, lo que ha sido verificado por el Colegio
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Dispone de un reciclaje de conocimientos continuo a través del Colegio
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Recibe asesoramiento jurídico y técnico a través de los servicios del Colegio
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Cuenta con el Seguro Obligatorio de Responsabilidad Civil Profesional del Colegio
Comunidades y Caídas
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¿Quién es mi vecino?
Sin embargo, los estudios demuestran que no se han reducido las aportaciones solidarias de los ciudadanos a ONGs, y los donativos de alimentos a instituciones benéficas, Cáritas, etc.
Ahora bien, esta solidaridad anónima se trunca cuando se trata de ser solidario con nuestro vecino. ¿Por qué ocurre esto?
Nos cuesta ser generosos con nuestros «iguales», con nuestros «conocidos», incluso a veces con nuestros familiares. No son pocos los casos de familiares que han reñido de forma seria por herencias, por ejemplo.
En el ámbito de las comunidades de propietarios, para empezar se dan muchos casos en que los vecinos ni siquiera se conocen, a veces a pesar de vivir en el mismo edificio desde hace años. Esta situación es más frecuente en la gran urbe, y también en las comunidades de segunda residencia.
Respecto a la morosidad, pese a ser una situación habitual en la mayoría de comunidades en los momentos actuales, es frecuente escuchar comentarios de los vecinos despreciando tal generalidad, ignorando que sea una realidad constatable, centrándose únicamente en su propia situación.
Cierto es que hay muchos tipos de morosidad (al menos cuatro bien definidos se han computado en un reciente estudio sobre morosidad en comunidades de propietarios), y no es lo mismo un vecino que no paga porque no puede que uno que no lo hace pero no se priva de sus «caprichos». Pero hasta esa distinción se está difuminando a los ojos de los demás, que al atravesar también dificultades económicas ven un «abuso» el que otro vecino no pague sus cuotas comunitarias.
Tal vez debiéramos recuperar esa mirada antigua hacia nuestro vecino, nuestro congénere, y tendernos la mano unos a otros. Porque es posible que detrás de una mera apariencia de dificultades económicas haya una situación mucho más grave, una depresión o un sufrimiento extremo. Noticias como la del ciudadano italiano que se suicidó hace unos días deberían entristecernos profundamente, y hacernos reflexionar acerca de nuestra condición humana, nuestra obligación de ser solidarios con los demás, y ayudar a quien lo necesite. Empezando por saber quién es nuestro vecino.